Al inicio de este año nos propusimos, en la Universidad de Antioquia, en el marco de los dos programas de formación para el estudiantado –APREVAL y EDECOM–, acompañar a nuestros estudiantes en su proceso de construcción de nuevas aproximaciones al aprendizaje y a la evaluación.

Ahora, que hemos finalizado los dos programas, podemos decir (como ya una vez lo hizo el filósofo vienés Karl Popper) que “Hemos reemplazado ciertas teorías, ciertas hipótesis, ciertas conjeturas por otras, en muchos casos mejores.  Mejores en el sentido de estar mejor comprobadas,  de ser, al parecer una aproximación más fiel a la verdad”. Las personas que pasaron por los programas, lo hicieron en el sentido literal: vivir, sentir, percibir, atravesar. Pasar por ellos fue avanzar en su camino, cruzar una línea de comprensión sobre los temas que tratamos para poner a funcionar, en la vida cotidiana, estos aprendizajes.

Esta frontera que hemos superado, nos lleva a preguntarnos: ¿será suficiente esto que hemos logrado? Suficiente para:

• ¿Dar ánimo a los participantes para retomar el hilo de su aprendizaje?
• ¿Ofrecerles herramientas para apoyar la evaluación como aprendizaje en sus espacios de formación?
• ¿Hacer emerger las innovaciones en las aulas de clase?

Una primera aproximación a las experiencias de los programas de formación, nos indica que sí; que los elementos conceptuales y prácticos que abordamos permitieron a los participantes: cambiar sus concepciones sobre la evaluación, reconocer la importancia de los criterios para su vida académica, aprender algunas estrategias para el trabajo colaborativo.

Nos quedan por conocer los efectos de estos aprendizajes en su cotidianidad personal, conocer el impacto en las prácticas académicas, identificar las trazas que se ponen en escena en los ámbitos laborales; para comprender la manera en que se entretejen las acciones institucionales y los campos de actuación de las competencias.

Seguiremos, es lo que nos queda claro, ahora buscaremos otros caminos.

Universidad de Antioquia.